Almacenar energía  no es difícil, lo difícil es hacerlo durante suficiente tiempo y con una buena eficiencia.

Una presa, como ejemplo, es un sistema de almacenamiento de energía, cuando el agua llega a la cota superior por medios naturales, la eficiencia con la que se obtiene energía es alta, y solo contará como pérdida la del sistema de producción y transporte.

Cuando ese agua ha llegado a la cota de trabajo por un rebombeo, usando energías renovables o de otra procedencia, la eficiencia es vital.

Muchas veces he oído que si es de procedencia renovable, entonces la energía es casi gratis, muy lejos de la verdad, la energía procedente de las renovables tiene un coste, relacionado evidentemente con lo que se invirtió en su construcción y en la forma en la que se ha financiado.

En una isla, donde la electricidad sobrante de renovables se emplea para bombear agua a una cota superior, los costes de instalación igual se ven compensados con costes ambientales o de transporte de combustible, pero en la Península, solo en el caso de que la alternativa fuese una desconexión de aerogeneradores o plantas fotovoltaicas sería rentable (sin contar con las nucleares).

En un mercado competitivo y con precios horarios, la instalación masiva de plantas solares haría que el precio de la electricidad durante esas horas fuese muy bajo, si hablamos de instalaciones caseras sin almacenamiento, estaríamos ahorrando dinero en unas horas donde el precio es muy bajo, y por lo tanto los plazos de amortización de la instalación se hacen muy grandes, en el caso de grandes instalaciones que fuesen a mercado, el bajo precio las haría ruinosas.

Como problema añadido, el precio bajo haría que otras tecnologías no fueran competitivas en horario solar, lo que podría producir un aumento de precios fuera de ese horario para compensar las horas no trabajadas o trabajadas a baja carga.

Indica esta reflexión, bastante límite por cierto, que la base de renovables debe contar con el máximo número de tecnologías diferentes, que puedan operar, si es posible, a distintos rangos horarios o, como pasa con la eólica, con una cantidad de horas no dependiente de la posición del sol.

La alternativa del almacenamiento se torna casi obligación en estos casos, producir energía en unas horas del día para poder consumirla o inyectarla a otra hora, cuando el precio sea lo suficientemente alto para que compense la instalación de las mismas.

Esto es importante, es la diferencia entre el precio al que inyectas y el precio al que has almacenado el que hace que la instalación se pague así misma.

Si las grandes plantas fotovoltaicas fuesen a mercado y tuvieran almacenamiento, la curva de precio de mercado iría tendiendo a volverse cada vez más horizontal, y los márgenes entre precios de carga y descarga, cada vez más pequeños.

El propio uso de almacenamiento homogeneizaría los precios de la energía, pero a su vez, haría cada vez menos rentable almacenar energía, pero a su vez también, plantas que no tuviesen almacenamiento podrían inyectar a un precio más alto, ya que otras desviarían la energía de unas horas a otras.

El almacenamiento tiene otras ventajas, ya sea para consumidores o para el sistema eléctrico en general, permite suavizar picos de demanda o producción, permite control de frecuencia, control de rampas de carga y descarga, permite ahorro en infraestructuras nuevas cuando en un nodo de la red con demandas altas puntuales se puede inyectar energía desde almacenamientos para cubrir esos picos, sin tener que aumentar las líneas de conexión y el entramado del nodo.

Almacenar energía con bajo coste de producción para inyectarla cuando cuesta más hacerlo, este es el futuro.

Quizás pueda parecer que beneficia a todos, pero cuando el sistema de mercado eléctrico se basa en el precio marginal, en una situación de gran penetración de almacenamiento eléctrico, quienes podrían salir perdiendo son aquellos que producen a coste muy bajo pero que reciben el precio más alto, precio, que en nuestro sistema, es el que se paga a todas las tecnologías.

El equipo de energía.